Poema para una empleada domestica

Foto de la domestica de Perón

Eres parte de ese sol que se cuela por mi ventana cada mañana con cierta bandeja de manjares para mí. Siempre combinando el ardiente café con el color de tus ojos. Ya tu piel no difiere de mi untada tostada.

Siento como un lavarropas carga completa en el pecho que gira al compás de un ciclo de centrifugado eterno y solo tú puedes completar este ciclo de lavado con el suavizante de tus labios.

Quisiera que me barras del gélido piso y me mimes al son de tu lampazo, solo la cera que destilas logra hacer brillar la loza casi enmohecida de mi rostro.

Cuando mi estomago entona melodías polifónicas del hambre solo tú sabes descifrar tan visceral soneto. Simple solución has de darle a mi reclamo milanga en mano.

El tiempo es dinero una vez sabiamente me dijiste, veinte pesos la hora exhalaste, con el ímpetu de algún central del Nacional B en la garganta. 

Espero sepas disculpar la intromisión pero el pendular de tu plumero es lo único que quiero sobre mi cama arrebatándome todo tipo de polvos.

Anhelo que quites esa tela de araña rinconera de mi corazón y lo acondiciones para cuando el amor vuelva de sus largas vacaciones. 

Sabrás disculpar ruda mujer, si en el trajín diario del vivir alguna vez sustituí tu nombre por un cariñoso Mamá, es que ya no se a quien le debo mi Edipo.

PD: No queda más papel en el baño y hay ropa de planchar.