El Ortomagnetismo

Un estudio de la Universidad Pontífice Iberoamericana de Tecnología Excretal (U.P.I.T.E.) confirma el descubrimiento de una nueva fuerza más allá de las ya conocidas por la física y la comunidad científica yace asombrada. Se trata del “Ortomagnetismo”, así nombrados por la antes mencionada institución académica.

Vemos al presidente de EE.UU. degustando
visualmente un  hermoso culo latino.

El hombre, desde tiempos insondables, ha posado la mirada en su objeto de deseo natural, la mujer. Desde la época de las cavernas el macho de la especie humana ha pispiado tujes. Ya que es natural que le atraigan ciertos atributos físicos del sexo opuesto, debido a que estos están dispuestos y mostrados con el fin de generar una hipotética concreción sexual. Por si no se ha enterado aun de que viene la cosa es así: Venimos a este mundo con el fin de reproducirnos. Si, aunque usted no la ponga a eso vino.

Esta fuerza, según comentan los expertos, es una especie de “atracción visual irrevocable” producto de una partícula ferrosa ubicada detrás de la retina, que hace que la mirada automática y magnéticamente haga foco en el culo femenino que la este imantando. Por su parte el traste de la jermu tiene una especie de partícula imantada que atrae la antes mencionada partícula ferrosa de la retina masculina, haciendo que esta bella unión de ojo/culo se logre natural y magnéticamente.

Esta fuerza es padecida o disfrutada mayoritariamente por hombres en edad reproductiva.  Sobre todo en temporadas estivales (manera careta de decir verano). En la cual, la mujer, descubre sus glúteos de aparatosas prendas invernales y opta por una diminuta maya veraniega. Generalmente con intenciones de propinarse un elegante bronceado en la parte donde “no les da el sol”.  

Gordo fletero atraido a un cabarulo
producto de el  Ortomagnetismo.

Al estar el culo mas descubierto la fuerza magnética que este ejerce sobre la retina de los hombres es sorprendentemente mayor. Produciendo así efectos más “boludizantes” en el cuerpo del homínido, sobre todo si se está en compañía de otros hombres en su condición y bajo los efectos del alcohol.

Más allá de este sorprendente hallazgo científico, y de haber echado luz a un asunto no menor. Creo yo, que es una enorme victoria para todo el género masculino, dándole un importante aval científico a una conducta que se creía babosa y voluntaria.

Un gran triunfo en cuanto a libertades individuales de observación del género opuesto, aun así estando en pareja. Esta conducta es algo natural y no debe ser prohibida por la actual acompañante del hombre. Puede producirle daños irreparables en la cornea, dando como resultado que quizás él quizás ya no mire “con los mismos ojos” a quien le prohibió hacer uso de los suyos.

“Los ojos están para mirar” Proverbio turco.