¿Porqué crecimos? Si cuando niños teníamos todas las respuestas, toda la información que necesitábamos saber sobre este mundo se nos brindó, hicimos mirada omisa a esa verdad existencia conforme se nos alargaban los huesos y se nos llenaba de pelos la entrepierna.

Por suerte yo, y como otros tantos nunca olvidamos que en este mundo hay tres tipos de personas: titeres, titiriteros y dueños de teatros. El primero es el escalón más bajo, no tiene órganos, ni musculos, tampoco cerebro por lo tanto la unica posibilidad de tener vida está en las falanges del titiritero, nuestra otra figura. Éste saca provecho de su habilidad de manipular para tener bajo su mano controladora a sus obreros de trapo de la risa. Somete a los inanimados a imitar los movimientos que los hilos le proponen, siendo asi los artífices de un relato, los que le dan vida a esa ficción, o mejor dicho los que la hacen realidad.
Por último queda el dueño del teatro, o como me gustaría llamarlo el titiritero sin hilos. A este personaje solíamos verlo a la entrada del espectáculo, portando una cara alegre al recibir nuestro dinero pero cambiándola durante la función por una dura cara de rutina. Él es quien controla que tipo de espectáculo nos mostrará el titiritero, que desea que muestre su teatro y cuanto cobrarnos por un mensaje del cual se harán cargo los títeres. A estos últimos culparemos de risas, lagrimas y demás sensaciones.

Al final las cosas no han cambiado mucho, nos hemos empeñado en olvidar todo esto que habíamos aprendido, o quizás nos lo han hecho olvidar.
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