El sexo es como el fútbol

Esta vez, como tantas otras, las relaciones llegaron a mí en el baño, mientras tomaba una ducha. Quizás fue el agua barriendo con mi transpiración con aroma a fútbol la que evocó esta idea en mí. Una mera alineación planetaria tal vez. El punto es que aquí he tratado de explayarla con rapidez como para no perder la esencia. Espero les guste…

Irrevocablemente al frotarme el jabón sobre mi humanidad reflexionaba sobre lo acontecido en el partido, en el que había tenido la noche anterior y del que recién llegaba. Y dije para mis adentros… 

El sexo es como el fútbol en muchos aspectos. Ambos son encuentros de díadas de distinto orígenes pero con un mismo objetivo. Equipos, parejas, sutiles diferencias las distancian.

Encuentros que poseen su respectiva previa (temores, bloqueos, ansiedad, vértigos, etc.) antes de entrar a la cancha o a la concha respectivamente, sutiles diferencias gramaticales las separan al menos.

Una vez comenzado el encuentro cada uno planteará el partido de la manera que le convenga, algunos jugaran más en su propio territorio, otros más en campo contrario. Todo es válido si de tácticas se trata. Los brazos comienzan los desbordes haciendo estragos en su función de carrileros. Llueven centros de los más variados sentimientos que serán objetos de gol  y contra ataques. Todas las situaciones imaginables en un partido pueden acaecer sobre las sabanas.

Como todo partido de fútbol hay roces, y todo lo que alimente la pasión en la cancha -que hoy llamaremos cama- es permitido: Manoteos, amagues, cabezazos, fintas, gambetas, sagaces movimientos de cadera cerca del área, abrazos y besos de gol, etc. 

En ambos hay pausas, las fuerzas se recuperan para intentar abatir en un segundo tiempo a quien tenemos delante. A veces el mutuo hambre de gloria nos regala un empate, y necesitamos mas tiempo para definir en el alargue los tantos. Que algunos llamaran goles, otros orgasmos. Pero no solo se cuentan los que han llegado a las redes, también hay jugadas de peligro, manos y piernas en offside, movimientos dudosos y hasta foules. 

Se preguntan ¿Porque nos gusta filmar “los partidos”? Simple, nos gusta alardear nuestros triunfos, analizar nuestras derrotas y como el mejor de los telebines volver a vivir cada movimiento.  

¿Que donde encaja la masturbación? Simple. Es el entrenamiento que todo equipo necesita para el domingo demostrar su buen juego, sus aptitudes, su aguante, su resto físico. En esta práctica nos calmamos las ansias que provoca llegar al domingo para “demostrar” que estamos para jugar en primera.

Así mismo hay disputas e intereses: Que por que “ascienda”, porque “no descienda”, por salir campeón, por abandonar el ámbito local y ganar afuera, por la permanencia, por “acabar” con la “mala leche”, por hacer un juego vistoso y lucido, etc.

Lo único en que estas dos actividades humanas se diferencian es que en en el sexo nadie pierde.

Si, tenés razón a veces hay decepciones, desilusiones, partidos malos, rivales de diferente peso y talla, pero siempre nos llevamos algo, una experiencia que valió el haber ido a jugar. Un gustito del sabor que sea siempre se irá con nosotros a casa y servirá para cambiar o repetir movimientos en futuros encuentros.

Lo importante es que por más experto o inexperto, profesional o amateur, hombre o mujer, católico o ateo nunca dejes de jugar. Ya que en el fondo de eso se trata vivir.