Podríamos considerar que enamorarse es como emparejarse con otro de su preferencia, ya sea física u emocionalmente (generalmente ambas). Se pueden hacer más consideraciones teóricas al respecto -sobre las cuales no me interesa detenerme- porque creo que todo lector tiene un concepto idealizado acerca de lo que cree que es “el amor”.

Esas ansias de aliarse, en alma y carne, con alguien de su atracción. Truncas o no, ya que, aclaremos algo, no hay nada peor que un amor unidireccional, una especie de contrato firmado por solo una de las partes, una relación sin avales jurídicos -por así decirlo. En la jerga cocoliche suele denominarse “amor no correspondido”. Concepto con el cual no concuerdo. Todo amor puede corresponderse si se realizan las uniones pertinentes entre ambas personas, no hablo de mentir, tampoco de ocultar, mucho menos de forzar algo. Sino de predisponerse a sociabilizar y compatibilizar con la persona en la cual se decidió depositar quereres. Interesarse por sus intereses (valga la redundancia) y ver si son similares a algunos de los tuyos (ya que si tuviesen los mismos gustos sería enamorarse de uno mismo, y de ególatras está lleno).
Es amor es crecer hacia adentro con alguien de afuera. Crecer es ir coleccionando figuritas de lo que aprendimos. Algunas son más fáciles, otras más difíciles, pero lo importante es no parar de juntar, aunque se pierdan, o nunca se llegue a completar el álbum.

Quizás, a veces, uno no elije conscientemente de quien se enamora. Pero si elije de que manera enamorar a quien de uno se enamoró.
Ojalá, algún día comprendamos que para enamorar a alguien hay que aprender cosas nuevas, no sólo sobre esa persona sino sobre nosotros mismos. Descubrir habilidades en cuerpo propio y ajeno. Y de no tenerlas, ir a por ellas. Si la persona que te gusta, escucha Ismael Serrano, y vos sos del palo del Heavy Metal dale una chance, bajándote un tema. Si tu ‘’candidato’’ es fanático de Dragon Ball, y vos sos mas de La pequeña Lulú, mirate un capítulo.
Eso es amor… aprender cosas nuevas, crecer hacia adentro bajo la tutela de alguien foráneo.
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